domingo, 8 de agosto de 2010

Querida


Ya no resulta novedosos, esto de escribirte, y no poder plasmar en esta hoja en blanco tu nombre. Hace tiempo que no forma de este mundo privado, las letras del mismo.
Aunque te busque, intentando tener una percepción voraz en cada periódico matutino, que me permita combinar tu nombre en cada letra leída.
En cada noticia la ilusión de verte.
Pero esta visión borrosa que me dificulta, y la complejidad de las palabras que se mezclan con el dolor, quise decir tus letras, porque eran tuyas, y no te las habías podido apropiar.
Sin embargo recuerdo un breve pacto que hubo entre nosotras, antes que partieras dejándolo todo.
Este espacio vacío a veces asfixia.
El pacto por decirlo de algún modo, era que nuestros nombres comenzaran y terminaran con diferentes letras. Y de ser posible que terminara la confusión de quien era quien.
A mi me agradaba la idea, en aquel entonces me había parecido divertido.
Pero a vos la cólera se te reflejaba en los ojos.
Te nombraban con mi nombre y me confundían por detrás con tu figura, salvo las diferencias y el color rojo, bendito sea éste, que fue de lo único que te enamoraste, o que intentaste hacerlo y tampoco resulto.
Como hoy no me resulta encontrarte, cuando te fuiste. Ya lo dije, dejándolo todo.
El mundo volvió a ser mío. Lo que pudiste.
Aun te amo.
Perdón.

Mariana Benitez

No hay comentarios:

Publicar un comentario