domingo, 21 de marzo de 2010

El cartógrafo celeste


Yo también seguí con el dedo un versículo tras otro,
palabra por palabra, letra por letra, y llegué a un
punto donde todos los caminos convergen y se
irradian y ahí me di cuenta que el norte y el
sur, el este y el oeste, son otros tantos destinos
inventados: tomando distancia de todo lo
cercano, que es otra forma de acercarse, no hay
final ni principio, el sol siempre se pone y, a la
vez, aunque la palabra anochecer de por sí da
tristeza y la palabra crepúsculo es impronunciable y
la palabra noche empieza por la negación, el
mismo sol siempre amanece, y giran las estrellas
y dan vueltas y más vueltas y aunque rigen mareas,
menstruaciones, embarazos, estados de ánimo, el
menguante es creciente y viceversa y el día y
la noche son puntos de vista, maneras distintas
de entender la luz, opiniones diversas sobre un
mismo cielo que leo y releo, aunque últimamente
sólo me dedico a seguir las nubes hasta dar en
algún momento con lo único e irrepetible: un
rostro conocido, jinetes fantásticos, pájaros
inmensos que sólo aletean en el corazón, ese
pálpito de decir ya mismo, ahora o nunca, más
concretamente, la humedad de tus labios contra
los míos y, aunque digamos jueves, atardecer,
que es más transparente, primavera, lucha de
clases, no decimos más que el silencio agitado
por el viento.

Alberto Szpunberg

1 comentario:

  1. aunque digamos jueves... un abrazo, me encantó la elección del poema

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