martes, 15 de diciembre de 2009

Estancias



Una paloma gris que se deshace
pule en el aire su desnudo vuelo.
En el instante en que la luz renace
brilla en su gloria el desmedido cielo:
nube y paloma que en su vago enlace
son un mismo dibujo en este suelo.
Pero en la noche o en el hondo espejo
las tinieblas diluyen tu reflejo.

No es el futuro ni su irreal presencia
lo que nos tiene lejos, divididos.
Es el lento desastre, la existencia,
en donde triunfan todos los olvidos.
Sólo en el sueño, azogue y transparencia,
caminamos desiertos pero unidos.
No volverás hasta el llameante centro,
la fugitiva arena del encuentro.

De la mirada tú sigues cautiva
en el recinto fiel de la memoria.
Allí te quedas imposible y viva
como llama doliente y transitoria.
Todo se enciende hoy para que escriba
viejas palabras de una antigua historia.
Atrás de este camino se derrumba
la bahía en que el mar halló tu tumba.

Sólo hay silencio. Ya ningún poema
recogerá en su eco este lamento.
Llega a su fin el doloroso tema,
hay sólo ruina que ha deshecho el viento.
Epitafio sin nombre, piedra extrema
desfigurada por el sol violento.
Hoy es ayer. Se acerca el fin baldío
de todo lo que fue y es del vacío.

José Emilio Pacheco

No hay comentarios:

Publicar un comentario