domingo, 29 de noviembre de 2009

No estabas


Una carta gastada,
arrugada,
presa de la mano izquierda,
debajo de la almohada:


Toqué dos timbres,
no estabas
me quemé de frío
en la puerta del rascacielos.

La noche corría,
esperaba que la luz
de tu dormitorio
se iluminara.
Esperé de pie
hasta que mis piernas
cansadas,
se derrumbaron sobre la acera.

Tomé un trozo de papel,
me dejé escribir
para alcanzar tu ventana.
Dos timbres y uno más,
me perdí frente a diminutos botones
de números y letras.

Tu primer piso
inalcanzable,
la luz nunca se encendió,
mis fuerzas acabaron,
la carta cayó en un rectángulo
de acero.

Sólo pude ver tu silueta
escondida,
inmóvil,
replegada en un ángulo
y tus manos apretadas,
no estabas.

Paula Putero

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