Ni verde,
ni azul
caminaba sobre el filo de un cuchillo,
desgarraba su piel
nada bastaba
la dulce sonrisa de la muerte
Su cuerpo
sin aire
naufragaba,
barco extraviado
y herido.
Su rostro,
perdido
sus ojos,
un desierto.
Ni día,
ni noche,
laberinto de espejos
y su imagen
aterrada,
desbastada
de no saber.
Paula Putero
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