Su majestad,
la noche
cae sobre la ciudad.
Algunos se refugian en bares
intentando apurar
las agujas del reloj.
Otras almas se agitan
en esta noche
donde las estrellas son
los más fieles testigos.
Testigos de palabras escritas
en una hoja
que alguna vez,
fue toda blanca.
Estrellas
testigo
de corazones acelerados
en el fragor de las palabras
que desbordan,
que escapan de la boca
de almas
que han decidido desear.
Estrellas testigo
de lágrimas contenidas,
de nudos en la garganta,
de manos juntas
para acompañar
un instante en vidas
plagadas
de segundos por vivir,
miles de frases
por armar.
Nube intentando ensombrecer
las estrellas
como un fantasma
que ha decidido
salir
esta noche
y deambular.
Sólo el viento,
una ráfaga inmensa
que abre un largo camino,
que acorta la distancia,
acerca esa mano
que espera
allí,
al otro lado del hastío.
Paula Putero
precioso... su majestad la noche
ResponderEliminar